La candidatura de Donostia-San Sebastián ha sido finalmente premiada con la co-capitalidad europea de la cultura. Esto significa que durante un año, la ciudad va a ser el centro de las miradas en el ámbito cultural en Europa. Según se recoge en la web oficial, esto significa que debe resaltar la riqueza, diversidad y rasgos comunes de las culturas europeas, debe promover un mayor conocimiento mutuo entre la ciudadanía europea, y debe favorecer la concienciación sobre la pertenencia a una misma comunidad europea.
Recuerdo que hace más de 20 años se editaba un periódico en inglés de nombre The European. Se trataba de una publicación con noticias del ámbito doméstico europeo, cuyo mayor interés era que el lector podía enterarse de cuestiones que raramente aparecían en los periódicos generalistas a que al menos yo tenía acceso habitualmente, y creaba sentimiento de europeísmo. A mí me servía para ampliar vocabulario inglés.
Veinte años después, este periódico no existe. Se han dado pasos muy grandes hacia la Unión Europea, pero la actual crisis financiera está agrietando los cimientos del edén económico y cultural que creíamos indestructible. La inmigración cuestiona también la integridad de este ghetto en que vivimos, y el crecimiento económico de China y otros países emergentes amenaza con dejarnos obsoletos.
Personalmente, creo que una de las mayores riquezas que Europa tiene no es ni la economía ni el patrimonio histórico (que también), sino una enorme riqueza cultural y lingüística. Seguramente esta diversidad nos causa multitud de problemas prácticos en el día a día, pero posiblemente también hayamos conseguido cierto régimen de civilización por el cual, la mayor parte de estos problemas no son excesivamente graves.
Ante el nombramiento como Capital Europea de la Cultura 2016, la ciudad se enfrenta a sus propias contradicciones, que no son pocas. Es una bella ciudad con un gran número de actividades culturales de primer nivel, como por ejemplo el Jazzaldia (el segundo festival internacional de jazz más antiguo de Europa, después del de Montreaux), el Festival Internacional de Cine, la Quincena Musical, más estrellas michelín por habitante que ninguna otra ciudad en el mundo, y algunos otros proyectos de menor renombre pero de mayor alcance popular.
Estoy contento de que mi ciudad haya salido escogida. La decisión ha causado polémica por diversas razones sobre las que creo que no merece la pena comentar nada. Sin embargo, en toda la aventura que ha llevado a Donosti al éxito, hay un par de pequeñas historias dignas de mención si uno sabe acercarse a ellas sin prejuicios.
Por una parte, Odón Elorza ha sido el alcaldísimo rector de la ciudad durante 20 años, y sufrió lo que se podría calificar como una gran pataleta al comprobar que no tenía opción alguna de renovar su mandato tras el pasado 22 de mayo. Por otra, Juan Karlos Izagirre, líder de una plataforma para la desanexión del barrio de Igeldo de la ciudad, ha asumido la responsabilidad de dirigirla habiendo sido elegido en una coalición que no mostró gran simpatía por el proyecto de Elorza de la capitalidad europea. ¿Qué ha hecho posible la elección de Donostia?
No me atrevería a responder a esta pregunta porque es una cuestión compleja. Sin embargo, contra todo pronóstico, sabemos que Izagirre no boicoteó la candidatura del proyecto de Elorza, e incluso le invitó a colaborar. Igualmente, Elorza, lejos de mudarse a una lejana isla desierta e ignorar la invitación por despecho, decidió ser constructivo y aportar todo lo que estaba en su mano.
La foto que debería haber subido hoy al blog, la que verdaderamente es noticia, es la del abrazo de ambos tras lograr el éxito, similar al abrazo de Bergara. Como ni es mía ni está en mi intención violar los derechos de autor de nadie, subo esta otra fotografía de una pasarela de reciente construcción al lado de mi casa. Es una metáfora de lo que este proyecto puede suponer para la ciudad más allá del impacto mediático de la capitalidad. Debe superar la división social que existe, que en mi opinión, en el día a día, es en realidad bastante menor a la que los medios de comunicación se empeñan en dibujar.
En mi ciudad hay dos orillas que discurren paralelas, distantes, separadas por una ría. Alguien ha construido un puente, y tímidamente empiezan a cruzar algunas personas. Entre las tablas se puede ver el fondo del río, y da vértigo pensar que la pasarela se puede venir abajo. Sin embargo, es cierto que se puede cruzar, y vivir como si las dos orillas estuvieran un poco más cercanas. Al donostiarra medio, por muchos motivos, este proyecto le genera esperanza. Ojalá se cumplan nuestras mejores expectativas. Por el momento, el proyecto suscita la unidad de todos los grupos políticos con representación en la ciudad.
Recomiendo consultar lo que conocidos donostiarras opinan.
P.D.: en una reciente visita a Bruselas he descubierto que ahora existe un periódico con un concepto similar al The European con las noticias más relevantes de cada país de la UE.
Anexo a un año con esta alcaldía Ha pasado un año, y la ciudad está paralizada. El alcalde no ha sido capaz de explicar el plan estratégico para la ciudad, alguna prometedora alianza cruzada con el otro extremo del abanico ideológico no ha cuajado, y una persona del equipo de confianza del señor alcalde protagonizó un tristísimo incidente. A esta situación se le une la crisis económica y algunos proyectos bastante controvertidos. Además, aunque parece que es necesario que la cultura autóctona también esté presente en la propia definición de la capitalidad europea de la cultura -no seré yo precisamente quien lo niegue-, el carácter "europeo" del proyecto que se está promoviendo parece haberse perdido. La esperanza en este último aspecto es que habrá elecciones antes de 2016.
Recuerdo que hace más de 20 años se editaba un periódico en inglés de nombre The European. Se trataba de una publicación con noticias del ámbito doméstico europeo, cuyo mayor interés era que el lector podía enterarse de cuestiones que raramente aparecían en los periódicos generalistas a que al menos yo tenía acceso habitualmente, y creaba sentimiento de europeísmo. A mí me servía para ampliar vocabulario inglés.
Veinte años después, este periódico no existe. Se han dado pasos muy grandes hacia la Unión Europea, pero la actual crisis financiera está agrietando los cimientos del edén económico y cultural que creíamos indestructible. La inmigración cuestiona también la integridad de este ghetto en que vivimos, y el crecimiento económico de China y otros países emergentes amenaza con dejarnos obsoletos.
Personalmente, creo que una de las mayores riquezas que Europa tiene no es ni la economía ni el patrimonio histórico (que también), sino una enorme riqueza cultural y lingüística. Seguramente esta diversidad nos causa multitud de problemas prácticos en el día a día, pero posiblemente también hayamos conseguido cierto régimen de civilización por el cual, la mayor parte de estos problemas no son excesivamente graves.
Ante el nombramiento como Capital Europea de la Cultura 2016, la ciudad se enfrenta a sus propias contradicciones, que no son pocas. Es una bella ciudad con un gran número de actividades culturales de primer nivel, como por ejemplo el Jazzaldia (el segundo festival internacional de jazz más antiguo de Europa, después del de Montreaux), el Festival Internacional de Cine, la Quincena Musical, más estrellas michelín por habitante que ninguna otra ciudad en el mundo, y algunos otros proyectos de menor renombre pero de mayor alcance popular.
Estoy contento de que mi ciudad haya salido escogida. La decisión ha causado polémica por diversas razones sobre las que creo que no merece la pena comentar nada. Sin embargo, en toda la aventura que ha llevado a Donosti al éxito, hay un par de pequeñas historias dignas de mención si uno sabe acercarse a ellas sin prejuicios.
Por una parte, Odón Elorza ha sido el alcaldísimo rector de la ciudad durante 20 años, y sufrió lo que se podría calificar como una gran pataleta al comprobar que no tenía opción alguna de renovar su mandato tras el pasado 22 de mayo. Por otra, Juan Karlos Izagirre, líder de una plataforma para la desanexión del barrio de Igeldo de la ciudad, ha asumido la responsabilidad de dirigirla habiendo sido elegido en una coalición que no mostró gran simpatía por el proyecto de Elorza de la capitalidad europea. ¿Qué ha hecho posible la elección de Donostia?
No me atrevería a responder a esta pregunta porque es una cuestión compleja. Sin embargo, contra todo pronóstico, sabemos que Izagirre no boicoteó la candidatura del proyecto de Elorza, e incluso le invitó a colaborar. Igualmente, Elorza, lejos de mudarse a una lejana isla desierta e ignorar la invitación por despecho, decidió ser constructivo y aportar todo lo que estaba en su mano.
La foto que debería haber subido hoy al blog, la que verdaderamente es noticia, es la del abrazo de ambos tras lograr el éxito, similar al abrazo de Bergara. Como ni es mía ni está en mi intención violar los derechos de autor de nadie, subo esta otra fotografía de una pasarela de reciente construcción al lado de mi casa. Es una metáfora de lo que este proyecto puede suponer para la ciudad más allá del impacto mediático de la capitalidad. Debe superar la división social que existe, que en mi opinión, en el día a día, es en realidad bastante menor a la que los medios de comunicación se empeñan en dibujar.
En mi ciudad hay dos orillas que discurren paralelas, distantes, separadas por una ría. Alguien ha construido un puente, y tímidamente empiezan a cruzar algunas personas. Entre las tablas se puede ver el fondo del río, y da vértigo pensar que la pasarela se puede venir abajo. Sin embargo, es cierto que se puede cruzar, y vivir como si las dos orillas estuvieran un poco más cercanas. Al donostiarra medio, por muchos motivos, este proyecto le genera esperanza. Ojalá se cumplan nuestras mejores expectativas. Por el momento, el proyecto suscita la unidad de todos los grupos políticos con representación en la ciudad.
Recomiendo consultar lo que conocidos donostiarras opinan.
P.D.: en una reciente visita a Bruselas he descubierto que ahora existe un periódico con un concepto similar al The European con las noticias más relevantes de cada país de la UE.
Anexo a un año con esta alcaldía Ha pasado un año, y la ciudad está paralizada. El alcalde no ha sido capaz de explicar el plan estratégico para la ciudad, alguna prometedora alianza cruzada con el otro extremo del abanico ideológico no ha cuajado, y una persona del equipo de confianza del señor alcalde protagonizó un tristísimo incidente. A esta situación se le une la crisis económica y algunos proyectos bastante controvertidos. Además, aunque parece que es necesario que la cultura autóctona también esté presente en la propia definición de la capitalidad europea de la cultura -no seré yo precisamente quien lo niegue-, el carácter "europeo" del proyecto que se está promoviendo parece haberse perdido. La esperanza en este último aspecto es que habrá elecciones antes de 2016.

Canon EOS 50D
Canon 55-250 mm f/4.5-5.6
Apertura: f/11.0
Exposición: 3.2
Lente: 70 mm
ISO: 400
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