El light painting y otras hierbas me resulta cursi, una complicación que demasiadas veces quiere pasar por sofisticación. Pero aun así creo que cualquier persona que quiera disfrutar y entender la fotografía debería practicar light painting al menos un puñado de veces. Me parece que es una actividad que te devuelve al la base más física de la fotografía, que es capturar luz en una película o en un sensor. Es instructivo dejar un obturador abierto a oscuras y tomarse un tiempo en provocar fogonazos de luz con linternas, flashes y demás, mientras te desenvuelves a oscuras. Como ejercicio de iluminación no tiene precio: de día se dosifica la luz a duras penas; de noche puedes ponerla tú e iluminar metro a metro una catedral usando una linternita. El caso es que si siempre haces lo que te apetece, nunca serás un fotógrafo completo. Te estarás perdiendo algo.
Esta foto está hecha de una manera un tanto pedestre durante un curso. Se embute un manojo de lana de acero en el mango de un rodillo de pintor. La lana es una esponja abrasiva que arde incluso mojada. Se coge el rodillo de la esponja con una mano, se prende fuego a la lana y se sacude. 33 segundos a f/8 e iso 200, a oscuras salvo por la iluminación que produce el fuego, que puede durar 15 o 20 segundos. El lugar es un fuerte subterráneo del siglo XIX, lleno de goteras y charcos durante una noche de lluvia, cuyo estado de abandono no se recoge realmente en la foto: era oscuridad con leves deslumbramientos, el hedor de una mohosa humedad centenaria y los signos evidentes de que el lugar ha sido frecuentado por drogadictos. La técnica, como se puede ver, es simple y no tiene mucho mérito. Yo la aprendí con Mario Rubio, que es quien sale en la foto girando el rodillo: http://www.
Vaya nochecita... pero mereció la pena
ResponderEliminarMe pasé más tiempo limpiando objeto que sacando fotos, pero fue muy divertido :)
ResponderEliminarEl resultado es bien bueno :)
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